La aspiración por un hábitat que refleje plenitud y autonomía ha redefinido los parámetros del diseño residencial en 2025. Tras un lustro que consolidó el hogar como epicentro de vida multifacética, la arquitectura monoplanta con accesibilidad universal emerge como un pilar fundamental de esta nueva era, trascendiendo la mera funcionalidad para erigirse en un manifiesto estético de bienestar y equidad espacial.

El presente informe técnico revela que el concepto de vivienda de una sola planta, optimizada para la accesibilidad universal, se ha transformado de una necesidad específica a una preferencia de mercado impulsada por principios de diseño universal. Desde una perspectiva puramente estética, estas residencias abogan por una fluidez espacial sin interrupciones, donde las transiciones suaves, la ausencia de desniveles y la generosa entrada de luz natural se combinan para crear ambientes armónicos y expansivos. Elementos como anchos de paso estandarizados (superiores a 90 cm), duchas a ras de suelo con drenaje oculto y encimeras de cocina de altura ajustable se integran con materiales de alta calidad y acabados minimalistas, desdibujando la frontera entre la funcionalidad asistencial y el lujo contemporáneo. Se estima que en mercados urbanos clave como Buenos Aires, Santiago de Chile y Montevideo, la oferta y demanda de estas tipologías han experimentado un crecimiento sostenido post-pandemia. Proyecciones del sector indican que, solo en los últimos dos años, la inversión en proyectos de este tipo ha crecido aproximadamente un 18%, con una revalorización de hasta un 12% en comparación con propiedades tradicionales de similar metraje, debido a su adaptabilidad a un espectro demográfico más amplio, incluyendo familias multigeneracionales y personas que buscan confort a largo plazo. La visión de estos espacios es la de un lienzo neutro, adaptable a las necesidades cambiantes de sus ocupantes, sin comprometer la elegancia ni la cohesión visual.

En resumen, las viviendas monoplanta con diseño universal representan una evolución natural del ideal residencial post-pandemia, consolidándose como una opción predilecta. No solo abordan el imperativo social de la inclusión, sino que elevan el estándar estético y funcional del hogar, erigiéndose como una inversión inteligente y un modelo a seguir en la arquitectura del bienestar para las décadas venideras, donde la belleza reside en la capacidad de acoger a todos por igual.


