Más allá del ladrillo y el cemento, la definición de hogar está adoptando una fluidez sin precedentes en este 2025. La vivienda modular y, en particular, las casas móviles, han trascendido la mera funcionalidad para erigirse como expresiones arquitectónicas de estilo y adaptabilidad. Esta transformación no solo responde a una búsqueda de eficiencia constructiva, sino también a una demanda creciente por estilos de vida dinámicos y experiencias residenciales personalizadas, desafiando la concepción estática del hogar. Para comprender la profundidad de este fenómeno, hemos dialogado con la Dra. Arq. Sofía Ramírez, experta en arquitectura adaptable y sostenibilidad urbana.

“El atractivo principal de las casas móviles actuales reside en su capacidad para conciliar alta calidad constructiva con una logística de emplazamiento ágil”, explica la Dra. Ramírez. “Los materiales de última generación, como estructuras ligeras de acero galvanizado y paneles compuestos de alto rendimiento térmico, permiten la creación de espacios que no solo son estéticamente sofisticados, sino también energéticamente eficientes. Estamos viendo proyectos que integran sistemas fotovoltaicos, recuperación de aguas grises y domótica avanzada como características estándar, no como extras”. Desde una perspectiva técnica, la modularidad permite una estandarización de componentes en fábrica que reduce significativamente los tiempos y costos de obra, a la vez que asegura un control de calidad superior. “Consideremos el caso de una startup de desarrollo tecnológico que requería alojar a sus ingenieros en sitios de implementación remota en la Patagonia argentina. Las unidades móviles ofrecieron una solución habitacional de alto confort, con conectividad satelital y autonomía energética, que pudo ser desplegada y reubicada en cuestión de días, minimizando el impacto ambiental en comparación con la construcción tradicional”, detalla Ramírez, haciendo hincapié en el enfoque en casos reales. Las cifras del sector son elocuentes. Proyecciones para el Cono Sur de América Latina indican que el mercado de viviendas modulares y prefabricadas –donde las casas móviles constituyen un segmento clave– se proyecta con un crecimiento anual compuesto (CAGR) del 9.5% al 11% para finales de 2026, superando una valoración de 350 millones de dólares. “Esta expansión no es casual; refleja una respuesta directa a la necesidad de viviendas flexibles para profesionales nómadas, como solución habitacional para el turismo sostenible o como opción para quienes buscan una segunda residencia de bajo mantenimiento y alta movilidad”, añade la experta. La facilidad de personalización, desde acabados interiores de diseño hasta configuraciones espaciales adaptables, permite que estas estructuras se adecúen a una diversidad de estilos de vida sin comprometer la estética.

El panorama de la vivienda en 2025 evidencia una clara tendencia hacia la versatilidad y la sostenibilidad, con las casas móviles emergiendo como un catalizador de esta evolución. La Dra. Ramírez concluye: “Estamos presenciando una redefinición del concepto de patrimonio inmobiliario. El valor ya no reside exclusivamente en la inmovilidad del terreno, sino en la capacidad de adaptación, la eficiencia de recursos y la libertad de elección que ofrecen estas estructuras. La casa móvil del futuro cercano será un ecosistema personalizable y dinámico, intrínsecamente ligado a la vida activa de sus habitantes y a un diseño que prioriza tanto la función como la belleza”. Esta proyección a corto plazo sugiere una adopción cada vez mayor, impulsada por avances tecnológicos y un cambio cultural hacia modos de vida más flexibles y conscientes.


