Más allá de su fama inicial de frialdad y monumentalidad, el estilo brutalista, con el concreto como protagonista indiscutible, ha trascendido las barreras de la arquitectura pública para consolidarse en el diseño de interiores residenciales en 2025. Lo que alguna vez fue percibido como un lenguaje puramente utilitario, hoy se erige como una declaración estética audaz, ofreciendo una sinfonía de texturas y una base inquebrantable para la expresión arquitectónica dentro del hogar.

La implementación del concreto en residencias va más allá de un mero capricho estético; responde a una búsqueda de autenticidad material y eficiencia estructural. El hormigón visto, pilar del brutalismo contemporáneo, ofrece una durabilidad excepcional y una masa térmica significativa que contribuye a la eficiencia energética, regulando la temperatura interior de forma pasiva, un aspecto crucial en un año como 2025, donde la sostenibilidad es prioritaria. No obstante, su aplicación exige un control técnico riguroso, desde la calidad del encofrado para lograr texturas uniformes o deliberadamente rugosas, hasta el tratamiento hidrófugo y la consideración de puentes térmicos en climas templados o fríos para asegurar confort y prevenir patologías constructivas.
La tendencia emergente de 2025 suaviza la percepción inicial de rigidez brutalista mediante la integración estratégica con otros elementos. “Ya no es solo concreto crudo y macizo en cada superficie”, explica la arquitecta Elena Ríos, experta en diseño de interiores de Buenos Aires. “Vemos una evolución hacia combinaciones con maderas cálidas, metales pulidos, textiles de alta calidad y una iluminación cenital o perimetral pensada para resaltar las texturas del concreto y atenuar cualquier frialdad aparente. Se trata de crear una atmósfera de santuario, robusta pero intrínsecamente acogedora mediante el contraste de materiales y la modulación de la luz.”
En ciudades como Santiago de Chile, Ciudad de México y Bogotá, el brutalismo renovado se manifiesta en lofts urbanos y residencias unifamiliares, donde las paredes de concreto funcionan como lienzos para el arte o como elementos divisores que definen espacios sin recurrir a ornamentaciones superfluas. Se busca la pureza de la forma y la función, utilizando el concreto para crear volúmenes escultóricos, escaleras flotantes o encimeras integradas que fusionan lo utilitario con lo artístico. Este enfoque técnico-estético prioriza la resistencia inherente del material, su bajo mantenimiento y la expresión de su naturaleza desnuda, promoviendo una estética de honestidad material que resuena con la sostenibilidad y el diseño consciente.

En resumen, el resurgimiento del estilo brutalista en el hogar, reinterpretado y adaptado con maestría técnica, demuestra que el concreto es mucho más que un material de construcción; es una declaración de diseño potente y versátil. Su capacidad para fusionar la robustez inherente con una estética sofisticada y funcional lo posiciona como una opción perdurable en el paisaje arquitectónico residencial de 2025, desafiando preconceptos y consolidándose como un símbolo de vanguardia, durabilidad y autenticidad en la vivienda contemporánea.


