La arquitectura brutalista ha resurgido con fuerza en el ámbito museístico, desafiando las convenciones estéticas tradicionales y proponiendo una reflexión profunda sobre la relación entre el espacio, la materia y la cultura. Este estilo, caracterizado por el uso del hormigón expuesto y formas geométricas audaces, no solo busca romper esquemas visuales, sino que también invita a un diálogo crítico entre el arte que alberga y su contexto urbano. En Argentina, el fenómeno del brutalismo se manifiesta en la creación de nuevos museos y en la rehabilitación de espacios existentes, constituyendo un puente entre la historia arquitectónica del país y las tendencias contemporáneas.
El Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA) es un claro ejemplo de esta tendencia. Su remodelación, culminada en 2021, combina elementos brutalistas con un enfoque contemporáneo, utilizando el hormigón como protagonista junto a grandes ventanales que permiten la entrada de luz natural, creando un ambiente que favorece la contemplación del arte. Este enfoque no solo responde a una necesidad funcional, sino que también se enmarca en un discurso que busca valorar la historia del lugar y del propio estilo arquitectónico. Por otro lado, el Museo de la Memoria de Buenos Aires, inaugurado en 2019, utiliza el brutalismo como una declaración de intenciones, proponiendo un espacio que invita a la reflexión sobre el pasado reciente de Argentina, en un contexto donde la materialidad del hormigón se convierte en un símbolo de resistencia y permanencia. A medida que la arquitectura brutalista continúa evolucionando, su influencia en la construcción de museos en Argentina sugiere un futuro donde el arte y la arquitectura se entrelazan más íntimamente, desafiando al público a reconsiderar su relación con el espacio cultural.