La segregación urbana se ha convertido en un fenómeno crítico en las grandes ciudades argentinas, donde la disparidad económica y social se manifiesta en la distribución desigual de recursos y oportunidades. Este patrón no solo afecta la calidad de vida de los habitantes, sino que también limita el desarrollo sostenible de las comunidades. En 2025, la necesidad de implementar estrategias de planificación que promuevan la inclusión y la equidad social se ha vuelto imperativa, requiriendo un enfoque multidimensional que involucre a arquitectos, urbanistas, y responsables de políticas públicas.
Una de las estrategias más prometedoras es la promoción de la vivienda asequible en zonas históricamente marginadas, combinada con la revitalización de espacios públicos. Proyectos como el ‘Barrio en Acción’ en Buenos Aires han ejemplificado cómo la colaboración entre el gobierno y organizaciones no gubernamentales puede transformar áreas vulnerables. Además, la integración de transporte público eficiente y accesible es crucial para conectar estas comunidades con el centro urbano, facilitando el acceso a educación, empleo y servicios básicos. En el norte del país, ciudades como Salta han comenzado a implementar planes de zonificación inclusivos, que priorizan la diversidad social y la cohesión comunitaria. Al adoptar un enfoque holístico y centrado en las personas, Argentina puede avanzar hacia un futuro más equitativo, donde la segregación urbana se convierta en un concepto del pasado, y se construyan ciudades más inclusivas y resilientes.