A medida que el turismo se posiciona como uno de los pilares de la economía argentina, las pequeñas ciudades enfrentan un dilema creciente: ¿cómo integrar el flujo turístico sin sacrificar su esencia cultural y social? Este fenómeno no solo transforma la economía local, sino que también plantea desafíos en la planificación territorial. En el año 2025, la necesidad de diseñar estrategias efectivas que consideren el impacto del turismo en los espacios urbanos se vuelve más urgente que nunca. Según datos de la Secretaría de Turismo de Argentina, más de 2 millones de turistas nacionales e internacionales visitan pequeñas localidades cada año, lo que resalta la relevancia de este sector en el desarrollo regional.
Algunas ciudades, como Salta y Mendoza, han comenzado a implementar planes de ordenamiento territorial que no solo priorizan la infraestructura turística, sino también la preservación de su patrimonio arquitectónico y natural. La combinación de espacios públicos accesibles, la revitalización de áreas históricas y la creación de rutas de acceso seguras son solo algunas de las estrategias que están tomando forma. Sin embargo, los expertos advierten que este desarrollo debe ser inclusivo. La planificación debe involucrar a la comunidad local en la toma de decisiones para evitar la gentrificación y preservar el carácter único de cada localidad. En este sentido, el diseño arquitectónico juega un papel crucial, no solo en la estética, sino en la funcionalidad del espacio urbano para los residentes y visitantes. De este modo, se hace evidente que el turismo, si bien ofrece oportunidades de crecimiento económico, requiere de un enfoque holístico en la planificación para garantizar un futuro sostenible y armónico para las pequeñas ciudades argentinas.