La industria de la construcción enfrenta un desafío crítico en la actualidad: cómo reducir su huella ambiental sin sacrificar la calidad y la innovación. En Argentina, el hormigón reciclado se está posicionando como una solución viable y ecológica que no solo promete disminuir la cantidad de residuos en vertederos, sino que también ofrece propiedades mecánicas competitivas en comparación con el hormigón convencional. Este material se obtiene a partir de la trituración de residuos de construcción y demolición, permitiendo una segunda vida a lo que antes se consideraba desecho.
El uso de hormigón reciclado presenta múltiples beneficios. Según un estudio reciente del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), la incorporación de hasta un 30% de agregados reciclados en mezclas de hormigón puede resultar en una reducción del 20% de las emisiones de CO2 asociadas a su producción. Además, este enfoque puede contribuir significativamente a la economía circular, al fomentar el reciclaje y la reutilización de materiales en un país donde la construcción representa aproximadamente el 7% del Producto Interno Bruto (PIB). En este sentido, el hormigón reciclado no solo representa una alternativa ecológica, sino que se está volviendo cada vez más relevante en el diseño y ejecución de proyectos sostenibles, especialmente en áreas urbanas como Buenos Aires, donde la presión sobre el espacio y los recursos es crítica.
La adopción del hormigón reciclado puede marcar un cambio profundo en la cultura de la construcción en Argentina. Impulsar esta práctica no solo es un paso hacia la sostenibilidad, sino que también plantea un nuevo paradigma en la arquitectura moderna, donde la innovación y la responsabilidad ambiental se entrelazan. A medida que el sector avanza hacia la implementación de regulaciones más estrictas en materia de sostenibilidad, el hormigón reciclado se erige como una opción que no solo es responsable, sino también necesaria, para garantizar un futuro más verde y eficiente en la construcción.