Las ciudades, como organismos vivos, demandan espacios que evolucionen con sus habitantes, y en 2025, ningún sector lo experimenta con mayor intensidad que el educativo. Nos adentramos en este dinamismo, entrevistando a figuras clave para comprender cómo el diseño industrial ha trascendido sus límites tradicionales para incidir directamente en la concepción arquitectónica de nuestros centros de aprendizaje. Lejos de la rigidez decimonónica, las estructuras educativas urbanas de hoy son testimonios de una síntesis funcional, ergonómica y estéticamente potente, impulsada por una mentalidad que valora la eficiencia, la durabilidad y la adaptabilidad inherentes al pensamiento industrial.
Para descifrar esta simbiosis, conversamos con la Arq. Sofía Blanco, directora del estudio ‘UrbanEd Spaces’ en Buenos Aires, y el Dr. Ricardo Vélez, diseñador industrial y catedrático en la Universidad EAFIT de Medellín.
“La influencia es innegable y fundamental”, afirma la Arq. Blanco desde su estudio en el renovado distrito de Colegiales. “Antes, un aula era una caja estática. Ahora, observamos una demanda crítica por la flexibilidad espacial. El diseño industrial nos aportó la lógica de la modularidad y la prefabricación que es esencial en entornos urbanos con limitaciones de tiempo y presupuesto. Estamos integrando sistemas de paredes móviles, paneles acústicos reconfigurables y mobiliario apilable o transformable, inspirado directamente en la versatilidad de los componentes industriales. Un ejemplo palpable es el ‘Centro de Aprendizaje Ágil Chacarita’, donde antiguos galpones han sido transformados. Las estructuras de acero expuesto y las canalizaciones a la vista no son solo una estética post-industrial, sino soluciones pragmáticas para una futura reconfiguración sin obras mayores, priorizando la resiliencia del espacio educativo frente a los cambios metodológicos pedagógicos.”
Desde Medellín, el Dr. Vélez profundiza en la materialidad y la experiencia del usuario. “Nuestra misión como diseñadores industriales es optimizar la interacción entre el usuario y el objeto, y eso se traslada directamente al entorno educativo. No se trata solo de la silla; es cómo el conjunto del mobiliario —mesas colaborativas, estaciones de trabajo individual, zonas de descanso activo— fomenta diferentes modalidades de aprendizaje. En proyectos como el ‘Hub Educativo Ruta N’, hemos aplicado principios de diseño ‘lean’ y ‘design for disassembly’, seleccionando materiales de alta resistencia como el aluminio anodizado, laminados compactos y maderas recuperadas. Esto no solo aporta una estética limpia y funcional, sino que garantiza una vida útil prolongada y facilita el mantenimiento, un factor crítico en instituciones públicas y privadas con alto tráfico. La integración de infraestructura tecnológica de manera discreta y accesible, con puntos de carga y conectividad embebidos en el mobiliario o en paneles de pared, es otro claro ejemplo de esta convergencia.” Ambos expertos coinciden en que la ergonomía es ahora un pilar en el diseño de pupitres, asientos y estaciones de trabajo, reconociendo la diversidad de posturas y necesidades de los estudiantes contemporáneos.
Esta fusión disciplinar entre el diseño industrial y la arquitectura educativa no es una mera tendencia, sino una respuesta estructural a las exigencias pedagógicas y urbanísticas del siglo XXI. Al integrar la funcionalidad, la adaptabilidad y una estética pragmática, se están forjando entornos de aprendizaje que no solo estimulan la creatividad y la colaboración, sino que también reflejan la resiliencia y el dinamismo de las propias ciudades que los albergan. La promesa es clara: espacios que empoderan la educación del futuro, arraigados en la inteligencia del diseño contemporáneo.