En un mundo donde la sostenibilidad y la estética se entrelazan, la cerámica ha emergido como el material predilecto para las fachadas de edificios contemporáneos. Buenos Aires, una ciudad que siempre ha estado a la vanguardia del diseño arquitectónico, ha adoptado esta tendencia con entusiasmo, transformando su paisaje urbano.
La cerámica, conocida por su durabilidad y versatilidad, ofrece una paleta infinita de colores y texturas que permiten a los arquitectos jugar con la luz y las sombras. En la capital argentina, proyectos como el nuevo complejo residencial en Palermo y el centro cultural en San Telmo han utilizado cerámica no solo por su atractivo visual, sino también por sus propiedades térmicas y acústicas. Además, la cerámica es un material sostenible, ya que su producción genera menos emisiones de CO2 en comparación con otros materiales de construcción.
A medida que las ciudades buscan soluciones más verdes y estéticamente agradables, la cerámica se posiciona como una opción ideal. En Buenos Aires, esta tendencia no solo embellece la ciudad, sino que también refleja un compromiso con el medio ambiente y la innovación arquitectónica. Así, la cerámica no solo reviste edificios, sino que también redefine el futuro de las fachadas urbanas.