El sector de la construcción, históricamente un generador significativo de emisiones, está redefiniendo su impacto ambiental a través de la adopción proactiva de tecnologías de captura de carbono. En 2025, la integración de dióxido de carbono directamente en los materiales de construcción ya no es una promesa distante, sino una realidad palpable que está remodelando los paradigmas del desarrollo urbano y la infraestructura. Esta tendencia emergente ofrece una doble ventaja: mitigar las emisiones atmosféricas y potenciar la sostenibilidad intrínseca de nuestras edificaciones.
La vanguardia de esta transformación se observa en la implementación de hormigones curados con CO2, donde el gas se inyecta durante el proceso de fraguado, mineralizándose y quedando permanentemente atrapado dentro de la estructura del material. Empresas innovadoras como CarbonCure Technologies han expandido su presencia, con casos de éxito documentados en proyectos de infraestructura clave. En ciudades como Madrid, se ha utilizado hormigón con CO2 incorporado en tramos de la ampliación del Metro y en nuevos desarrollos residenciales en Valdebebas, demostrando no solo una reducción significativa de la huella de carbono, sino también mejoras en la resistencia y durabilidad del material. De manera similar, en Barcelona, la startup ‘GreenBuild Solutions’ ha estado probando agregados reciclados que capturan CO2 atmosférico, utilizándolos en la fabricación de bloques y adoquines para proyectos de reurbanización en el distrito 22@. Estos materiales no solo cumplen con las normativas de construcción más exigentes, sino que ofrecen un diferencial competitivo en el creciente mercado de la edificación sostenible. La evaluación cualitativa de estos proyectos piloto subraya la viabilidad técnica y económica, así como la aceptación por parte de arquitectos y desarrolladores que buscan soluciones innovadoras para cumplir con objetivos de descarbonización cada vez más ambiciosos.
La adopción de tecnologías de captura de carbono en materiales de construcción representa un avance significativo hacia una industria más resiliente y respetuosa con el medio ambiente. A medida que nos adentramos más en 2025, el camino hacia edificaciones con una huella de carbono neta cero se vislumbra más claro, impulsado por la innovación, la validación en casos reales y la colaboración estratégica entre la academia, la industria y los reguladores. Estos esfuerzos no solo redefinen lo que es posible en el sector de la construcción, sino que establecen un nuevo estándar para el desarrollo sostenible de nuestras ciudades.